Para adquirir el libro NADIE SIENTE CON MI PIEL de Sandra A. González Saavedra (click abajo)
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Editorial Dunken - Librería on line
miércoles, 2 de septiembre de 2009
Volvamos atrás en el tiempo, ¿querés?. A las noches de amor y ronquidos, a aquella tarde de niebla indescriptible, (¿Recordás aquella tarde? Yo sí), o a esa puesta de sol que dolía de tan bella; al eje, a la esencia, a aquel momento en que nos miramos por primera vez con ojos nuevos descubriéndonos, o a las caricias asombradas. O mejor aún podrías darme un beso.
Juguemos por jugar a invertirnos los roles (vos poeta sin poesía y yo musa con enojos y melancolía), hablemos de libros y objetos, de las miradas que hay por todas partes o yo qué sé, tal vez sobran las palabras. Dale la vuelta a la ruleta (no importa si izquierda o derecha) o leé citas de Dolina. O, como a una fruta, tomame ahora que aún es temprano.
Vayamos directo a la montaña rusa que nos asusta, olvidemos los termómetros y démosle un sentido propio al calentamiento global, tomemos micros sin saber a dónde se dirigen (es necesario que a veces sea así…), o sentémonos en un banco desconocido. Colgate un cartel que diga “Se renta ” pero alquílate sólo conmigo, comete mis lágrimas que están a punto caramelo (¿Recordás aquellas lágrimas de aquella madrugada, ? Yo sí) o rindámonos agotados entre las sábanas revueltas. O mejor aún podrías darme otro te quiero.
A veces creo que debería amordazarte los ojos para que te aprendas mi olor, para que te estudies mi cuerpo poro a poro con la boca –mis manos, mi espalda, mi nariz, mis ojos cerrados y mi nuca, (justo allí donde se eriza toda)-, para que seamos almas unidas, para que no se duerman los sentidos y perdamos el precioso tiempo en estériles desacuerdos.
Yo no termino de acostumbrarme a la sensación invasora que me provoca tu aroma, a nuestras bocas curiosas, a ese juego que va de la punta de la lengua al lóbulo, a manos con ansias o a aquella línea que trazan tus ojos buscando los míos. Mi ritmo, palmo a palmo, se halla tratando de emular una canción del Indio y mis caderas te van bailando mientras mi prisa son besos locos de aprenderte de memoria, al tiempo que te siento latir sobre mi pecho.
Éramos, en los oídos, los primeros acordes de una canción que va de boca a boca (de la tuya a la mía), los blancos espacios entre renglones y la conquista de miradas; también éramos aquellos tonos rojizos que van de la ternura al deseo, las lenguas rebeldes que se buscan y juegan y una tarde de Sol que se oculta. Teníamos tatuadas en las pupilas metáforas de caricias, de espasmos… (¿dejamos ir todo eso o intentamos retenerlo?)
A veces creo que debería de meterte en mi valija para no perderme tu sabor en la distancia, para que desde el cuello se llegue a la locura, de la lengua al jadeo. Para que no te olvides de mis costas y mis golfos, para que tus pies dejen de dar vueltas por no encontrarse con mis mordiscos (suaves, siempre tiernos) y nos invada esa extraña impuntualidad que desespera relojes y anula alarmas de madrugada. Para que hagamos una huelga de “recordación” y olvidemos este agobio de reproches y malos entendidos. Si me querés y te quiero, ¿no es suficiente motivo?
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1 comentario:
ME QUEDO SIN PALABRAS...
GRACIAS!!!
UN ABRAZO,
LAU!
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