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Editorial Dunken - Librería on line

miércoles, 2 de septiembre de 2009

En la soledad de mi cama


A veces, por la noches, en la soledad de mi enorme cama, vuelvo la cara y te veo con tu mirada descansando en mí…

Tomo tu rostro entre mis manos y trato de retener ese momento eternamente, pero ¿dónde comienza la eternidad? ¿Acaso en el instante en que te siento temblando a mi lado? ¿o tal vez en ese fugaz segundo en que tu aliento y el mío se funden dejando salir el alma y cada cual atrapa la del otro haciéndola propia?

Tu alma y la mía entrelazadas, tan estrechamente unidas que simulan una sola. Viéndonos, la luna se regocija y confabula con las estrellas para regalarnos las más serena de las noches, la más perfecta armonía nocturna sólo para nosotros dos.

Más tarde, cuando me voy viajera por el camino de los sueños, tu mano me alcanza y te unís a mí en mi derrotero.

Y así fue como esa tarde de invierno, caminamos largo rato por la orilla del río, ese que a fuerza de visitarlo ya es tuyo y mío. Nos sentamos sobre el pasto seco por las heladas nocturnas y como dos adolescentes nos olvidamos del mundo y creamos el nuestro particular, donde nada entra y nada sale, donde vos y yo podemos ser y sentir al unísono.

El viento sopló de repente, nos envolvió con su frío, pero tu abrazo fue más fuerte y tu calor invadió mi cuerpo; nuestras miradas se cruzaron en muda comprensión, y sin dejar de mirarnos nos levantamos lentamente y en un nudo de brazos y caricias la urgencia nos ganó, corrimos hacia el refugio de aquel árbol añoso y gigantesco entre cuyas raíces retorcidas y olorosas hicimos el amor.

Y ya no hubo viento, ni río, ni frío… sólo tu amor y el mío, sólo dos cuerpos unidos en profunda comunión entre si y con el universo, los ojos siempre abiertos devorándonos con la mirada para que ni un detalle de la pasión que cada uno desataba en el otro se nos escapara, y después del amor reímos como sólo los locos pueden hacerlo, porque sólo ellos en su mundo de realidades distorsionadas pueden permitirse semejante felicidad! Y fuimos felices, increíblemente felices!!!

Y nuevamente en la soledad de mi enorme cama comprendo, que una vez más, soy yo: la que sueño…


2009 copyright © derechos Reservados

1 comentario:

María Laura dijo...

EL AMOR...
UN MISTERIO!!!
GRACIAS,
UN ABRAZO,
LAU!