Para adquirir el libro NADIE SIENTE CON MI PIEL de Sandra A. González Saavedra (click abajo)



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Editorial Dunken - Librería on line

miércoles, 31 de marzo de 2010

Mi hija, Ivana



Ella canta, y mi cara ríe su música feliz.

Ella llora, y mis manos aprietan impotentes, su dolor.


Ella va por el mundo como si nada, ignorando lo que provoca en los demás.

Su paso largo, su tenue palidez, sus ojos negros que todo lo ven y todo lo muestran, su manera decidida de apretar los labios cuando algo la irrita.

Pero hay algo más, que trasciende; y es su increíble humanidad.


Justiciera sin espada y sin armadura.

Sus armas son el amor y la equidad.


Quiere curar al mundo. Pero el mundo no quiere ser curado.

Quiere contar estrellas y ponerlas a los pies de sus seres amados.

Quiere ser feliz de a ratos, porque sabe que el “siempre” es una quimera. Pero la felicidad se empeña en correr más rápido que sus piernas y se aleja de ella.
Quiere ser pez y ave, para fundirse con el mar y el cielo. Pero no sabe aún que ya es mar y es cielo! Y que en ella me sumerjo y vuelo...

Quiere detener las agujas del tiempo que asesinan infancias y volver a ser niña entre mis brazos, porque no ha comprendido todavía que siempre seré su cuna y regazo.


Sólo sabe confiar y dar; cuidar y creer a pesar de tanta decepción y desengaño.

Ella brilla. Y su luz ilumina cálido en derredor.

Ella mira. Y su mirada llega muy dentro desnudando almas.

Ella habla. Y su decir se viste de colores y se calza las botas de la comprensión.

Ella es niña, es madre sin haber parido, es amiga, compañera, novia, hija, hermana…
Pero por sobre todas las cosas es mujer, y es IVANA!!!

2010 copyright © derechos Reservados

martes, 30 de marzo de 2010

Nunca más


El arduo ejercicio cotidiano del autocontrol.

Ponerle paños fríos a la ardiente lava que bulle y ruge en el interior.

Vendar los ojos del saber.

Entibiar las ideas y cambiarle el color al pensamiento.

Dosificar las emociones y aquietar con firmeza el frenético ritmo de los sentimientos.

Engrilletar con las cadenas de la cordura a las manos que buscan, tocan y besan en desquiciante éxtasis sensual.

Amortajar por siempre los labios que osados, recorren los caminos íntimos de su cuerpo, susurrando ternuras y pecados, trazando húmedos surcos de placer.

Ocultar con apretado atuendo la piel erizada; el escalofrío indiscreto que recorre la espalda hasta estallar en loca apoteosis al llegar al cuello.

Doblar prolijamente los impulsos y arrebatos y acomodarlos en sendos cajones de olvido.

Enmudecer las palabras del amor y acallar eternamente la pasión.

Convertirme en mansa.

Inventarme calma.

Acostarme llama y levantarme agua…

Ser brisa y ser playa.

Nunca más tormenta…ni viento, ni marejada.

Olvidar desbordes, extremos y excesos.

Ser sombra y sosiego.

Nunca más sol o luna…

Nunca más cumbre o abismo…

Nunca más…yo.


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lunes, 29 de marzo de 2010

A destiempo


Caminar sin rumbo por las calles de la desolación.

Mariposas sin alas que cruzan el viento gris de la desesperación.

El sol del otoño oculto por las nubes del desengaño y la brutal conciencia de la vejez impía acelerando años y decapitando las flores de las fantasías.

Recorrer el tiempo del quizás para estrellarse de frente contra la certidumbre del final.

Desenlazar muerte y enterrar sueños.

Simular vivir… cuando se está muriendo.

Abrazarse ferozmente al intento, para comprobar en cambio que es inútil ir en contra del viento.

Las tempestades del alma se enredan en los dedos del amor que quiere ser y no puede.

Inútil es pedirle al mar que mengüe su majestuosidad, tanto como pedirle a un corazón que ame y se desboque en alocado galope cuando sólo lo mueve la débil fuerza de la voluntad…

Amordazar las ansias, anudar muy apretados los deseos, sofocar el aliento que clama por gritar y gemir ante el placer efímero del sexo y contar una a una las campanadas implacables del tiempo que dicen que no es hora, que él recién está llegando…cuando vos ya estás volviendo…


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El dolor de saber



Esto de girar… y girarse… descarrilando en la cama, mientras al zumbido del disco rígido de la compu le taladra los sentidos, y le dice que allá afuera, en algún lugar está él…

Esta locura agazapada, acechante le salta las paredes de la cordura que a fuerza de perseverancia cada tanto logra instalarse en su mente, y le trepa y le crece en las venas azules que la recorren toda.

Los ojos se le hacen charquitos turbios y la boca que ayer lo besaba quiere saltar y huir de esa cara que odia y pegarse para siempre al olor de su piel.

Palabras fáciles. Palabras lindas, de esas que endulzan hasta el aire nada más decirlas.

Él las conoce todas. Sabe cuándo y sabe cómo…y lo más grave; sabe con quién.

Con ella la oscuridad, la parquedad, lo chiquito… dar a desgano, gota a gota.

Con otras; la luz y el encanto, el elogio a la belleza, a la gracia; el cantar de los deseos y el anuncio del “te haré”.

Perder el habla o el aliento; arder por dentro y temblar por fuera nunca es con ella…

Ella lo sabe y calla…

Algo feo y destructivo le empieza a crecer muy dentro.

¿Qué hacer?

¿Lo ahoga? ¿Lo aplasta? ¿Lo mata?

Lo intenta.

No puede…

Se rinde.


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sábado, 27 de marzo de 2010

Te quiero




Te quiero.

Te quiero besar.
Te quiero saborear.

Te quiero trepar y recorrer.

Te quiero cerca.

Te quiero lejos.

Te quiero serio y concentrado.

Te quiero risas y te quiero música.
Te quiero tanto…

Y a veces es poco.

Te quiero mucho cuando llueve,

y te quiero más cuando me siento desamparada…

Te quiero cuando soy feliz y necesito compartirlo,

y cuando estoy triste, porque tenés el mágico don de sanar mis lágrimas.
Te quiero en mi locura porque la tuya es mi chaleco de fuerza
que me calma y me cura.
Te quiero niño y te quiero hombre.

Te quiero sabio y te quiero ingenuo.

Te quiero noches pero también soles;

porque sos cielo e infierno
y en vos me hundo pero también vuelo lejos!
Te quiero norte cuando me pierdo,

y te quiero mares cuando me desierto.

Te quiero simple y complicado.

Te quiero abrazo y refugio.

Te quiero fuego pero también agua…

Te quiero lluvia cuando me seco por dentro.

Te quiero luna cuando me desvelo.
Pero resumiendo, tal vez baste con sólo decir:

Te quiero.


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miércoles, 24 de marzo de 2010

¿Vamos?



Te invito a VIVIR!

Trepate a mi urgencia ocho cilindros y corramos las cortinas que oscurecen las ventanillas de la alegría.

No hace falta equipaje. Dejá en tu casa las vendas de ciudad que lesionan ilusiones y cercenan fantasías, traé en cambio la linterna de la imaginación para que cuando caiga la noche nos ilumine el camino a ese bosque de sensaciones que buscamos en sueños y las alarmas de la madrugada nos arrebatan diciendo que ya no es hora de soñar…

Quiero mostrarte el mundo con ojos nuevos, morir a lo conocido y renacer al desconcierto del no saber. A pisar el territorio del asombro y la sorpresa. A que saborees mi piel y me alimentes con la tuya. A dejar que los sentidos sientan sin prisa.

Enterremos para siempre a la urgencia y demos rienda suelta a la maravilla de vivir en la inopia.

Volvamos a empezar, pero esta vez desaprendiendo, que lo que vos y yo hemos vivido no son cadenas, ni lastra huesos, ni sepulta ideas, aunque mutila esperanzas y mata optimismos….

¿Vamos?!!

Trepate a esta ternura de locos que hay en mí * y volemos juntos al lugar donde habita el olvido…**


* A. Piazzolla ** J. Sabina

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martes, 23 de marzo de 2010

Mamá





El sol brilla espléndido e incitante en un cielo azul profundo. Empiezan a caer de los árboles las primeras hojas del otoño y junto con ellas, gordas lágrimas de mis ojos…
Miro las callecitas queridas que ya nunca te verán pasar caminando elegante y ágil, inmersa en tu propio universo de ideas y recuerdos, y el corazón se me hace chiquito de tanto dolor.

¡Cuánto te extraño mamá!

El Sr. Del tiempo quiso que el tuyo se detuviera para siempre apenas comenzado el último día del año, cuando aún te quedaban tantos caminos por explorar y tanto goce por sentir al cabo de cada nueva caminata.

Veo tu sonrisa dulce y esa luz especial en tu mirada al regresar a casa luego de un par de horas de solitario vagar por las calles de tu barrio, ese que viste crecer y cambiar y que tanto querías.
Luego, respirás profundo, tomás una fruta y te sentás en tu reposera blanca en medio del jardín trasero, rodeada de cientos de plantas y flores cuyos nombres conocías de memoria y que jamás pude recordar a pesar de tus esfuerzos por enseñármelos.

¿Cómo podía imaginar que ese jardín casi mágico iba a ser un día tu última morada?
¿Cómo pensar que la sombra del paraíso aquél que plantaste con tanto amor tres décadas atrás iba a cobijar las cenizas en que se convirtió tu cuerpo inerte?

¡Cómo duele tu ausencia mamá!

¡Cómo llora mi alma mientras mis ojos te buscan en cada rincón de tu jardín!
Sé que estás ahí, en cada nuevo brote que con la felicidad pintada en la cara me mostrabas orgullosa cuando te visitaba; sé que estás en el césped que alfombra la tierra y en esa enredadera que tapiza las grietas del paredón añoso.
Pero, ¿sabés qué? No me alcanza, yo necesito tus manos entibiando las mías siempre frías, tu boca besando mi tristeza y el olor de tu piel perfumando mi soledad.

¡Qué vacío tan grande ahueca mi ser!
Nunca estuvo tan sola mi soledad…

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miércoles, 3 de marzo de 2010

Decir adiós





Llegada al punto en que mis alas caen bajo el peso del equipaje, tomo conciencia que es hora de desprenderme de él, que el viaje del vivir vale más que la pesada mochila de recuerdos que me atan.

Que el pasado fue bello pero el presente lo es más y para continuar es necesario viajar ligero. Que decidir no es fácil y elegir lo es menos.

Que desprenderse no significa olvidar ni pretender que no sucedió.

Es aceptar también que las fuerzas no son las de antes, que la larga travesía ha dejado su impronta indeleble en mi cuerpo y en mi alma.

Es el momento de decirle adiós a los objetos, a los muebles, a los colores y gestos, a los portarretratos que acumulan polvo y no miro nunca, a los olores que me retienen prisionera de una ilusión.

Y ese adiós me brota con miedo, porque los adioses, aunque buscados y premeditados siempre asustan, porque al igual que a la oruga que rompe la crisálida para salir al mundo, dejar atrás las pesadas mochilas llenas de pasado que hoy lastran mis alas, me duele…

Pero más miedo me da el vivir muriendo, el ver pasar la vida sin dejar que me roce siquiera en un absurdo afán de evitar el dolor, como si el dolor no fuera parte del vivir

Y hoy, yo elijo VIVIR!

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