Para adquirir el libro NADIE SIENTE CON MI PIEL de Sandra A. González Saavedra (click abajo)



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Editorial Dunken - Librería on line

jueves, 19 de noviembre de 2015

As time goes by...

Las cosas que pasan en la vida: las experiencias, las desilusiones, el desamor, la envidia, la inseguridad, la soledad, el desasosiego, la ignorancia, el apego, los enamoramientos, las negaciones, como así también las hazañas, los logros, las sorpresas, la correspondencia, el vínculo pleno, los placeres, las distracciones y tantas otras cosas más que seguramente me faltan nombrar;  parecen no tener sentido alguno o relación entre ellos. Sin embargo, ahora que experimento esto de madurar y de haber acumulado años de observación de mí misma; comienzo a notar que muchas de las cosas que me sucedieron se relacionan fuertemente unas con otras.
No por una situación mágica o para darle una explicación espiritual. Sólo utilicemos la lógica. Lo que somos hoy, lo que recibimos hoy es lo que hemos venido siendo y recibiendo toda la vida.
Mucho tiempo me lamente de mis desgracias –realmente al pedo- porque me encantaba ser la “víctima”. Cuando sos víctima la vida se hace tremendamente dura y también tremendamente triste. Y es como una droga barata que te hace sentir bien por un momento y después te pasas varios días con dolor de cabeza y sin poder estar bien.
Es muy sencillo dejar de ser víctima. Te hacés cargo de lo que hacés Y de lo que te pasa por hacer lo que hacés. Y listo. Autocrítica honesta. Autocrítica brutal. Darse cuenta que no está mal cambiar las propias reglas, mejorar la técnica, disfrutar del juego aunque la estés pasando mal.
Cuantos más detalles tengas en claro, más sencilla será la tarea de descubrir la relación entre nuestras desgracias y nuestro accionar; entre nuestras alegrías y nuestro proceder. Es un laburito individual. Nadie lo puede hacer por vos. Algunas personas tienen el poder de darte algunas pistas, sí; claro. Pero el que contiene la respuesta total y verdadera es uno nada más.
Entonces cambias la forma de moverte:
En vez de  solamente pedir perdón, hacés algo para subsanar tu error.
En vez de lamentarte por una pérdida, sabes porqué lo perdiste.
En vez de sentirte indefenso, te empoderás con la experiencia.
En vez de reprimirte, te liberás.
En vez de callarte,  hablás, compartís.
En vez de prejuzgar, preguntás.


Es claro que cuando uno quiere algo y pone energía en ello, de verdad lo obtiene. Las frustraciones llegan cuando aquello que se esperaba no llega.
 


Muchas veces se prepara un festín,  se compra ropa nueva, se va  a la peluquería, y cuando la hora llega es para encontrarse solo frente a una gran mesa  preguntándose porque nadie vino en lugar de hacerse cargo del olvido de mandar las invitaciones. 

Futuro...

No puedo evitar prever desde ahora, junto al buen azar de tenerte, el anticipo de la nostalgia que sentiré cuando no estés.


martes, 20 de octubre de 2015

LOCURA

–A través de la experiencia de su larga reclusión, ¿piensa que hubo alguna evolución en las técnicas psiquiátricas? (…) ¿Es una desmesura imaginar en este lugar a un psiquiatra que ve en los ojos de su paciente la luz sin mácula y a la par desgarrada de la poesía?
–¿Ver la luz celeste de la poesía en la oscuridad perversa de un infierno…? Sólo Dios, o los ángeles podrían hacerlo. Me cuesta hablar de la realidad del hospital en forma tan directa, particular. No se olvide de que para la sociedad sigo siendo un loco, un incapaz de buenos juicios. Que debo, al menos en lo formal, aceptar el orden que se me impone, por injusto que sea. Es que no tengo defensas. Ya no existo para el mundo exterior; soy –aunque yo sé bien lo que en realidad soy– un poquito más de esa basura que se aparta para que no hiera con su hedor. Eso sí, por lo que yo puedo testimoniar en carne viva, diría que la psiquiatría vigente no merece ser tratada ni analizada como ciencia. No han ido más allá del castigo indiscriminado, del electroshock o la receta de pastillas. En cuanto a saber del espíritu, nada, nada. ¿Pero acaso podríamos pedirle a la psiquiatría de hoy que entienda lo que es un poseso en la filosofía de Platón? Aun así debemos tener compasión por las ciegas criaturas que nos dañan. Y paciencia: paciencia del amor y del llanto…
-¿Qué hace aquí? ¿Por qué sigue aquí? ¿Han leído los médicos su poesía? ¿Hay algo más certero que la poesía para conocer la verdad profunda de un hombre?
–Usted cree demasiado en la poesía, le espera una vida difícil. Yo también creo, pero desde la resignación. El misterio de la poesía nos saca de la influencia de la carne y nos permite esperar la noche divina. Soy un poeta que ya no busca las palabras, sino el verbo; pero para los médicos y los jueces, para su cruel simpleza, sigo siendo un enfermo mental. Sin embargo, para mí, la sociedad en su conjunto está trastornada. Gran parte de la gente padece de problemas mentales, en especial los psiquiatras, los gobernantes, los hombres del poder. ¿Es que alguien sabe lo que es el alma, lo que es el intelecto? ¿Es que alguien ama a su prójimo como a sí mismo? Los que ven a un preso, ¿miran al preso? Los que vienen al hospicio, ¿miran al loco?



*Fragmento de un diálogo que tuvo lugar en 1968, en el Hospital Borda, donde Jacobo Fijman se hallaba internado desde la década de 1940; publicado en la revista Crisis, Nº 11, marzo de 1974.
"Hay que amar con valor, para salvarse. Sin luna, sin nostalgia, sin pretextos.
Hay que despilfarrar en una noche  -que puede ser mil y una- el universo, sin augurios, sin planes, sin temblores, sin convenios, sin votos, con olvido, desnudos cuerpo y alma, disponibles para ser otro y otra a ras de sueño."


- A ras de sueño, Mario Benedetti
"Aquellas imágenes le habían entrado por los ojos como la instantánea percepción de la felicidad absoluta y sin condiciones. Se las llevaría consigo para siempre. Porque es así como te fastidia la vida. Te atrapa cuando todavía tienes el alma adormecida y siembra en su interior una imagen, o un olor, o un sonido que después ya nunca puedes sacarte de encima. Y aquello era la felicidad. 
Lo descubres después, cuando ya es demasiado tarde. Y ya eres, para siempre, un exiliado: a miles de kilómetros de aquella imagen, de aquel sonido, de aquel olor. A la deriva."


-Tiendas de cristal / Alessandro Barico

viernes, 24 de abril de 2015


Te quiero como gata boca arriba, 
panza arriba te quiero, 
maullando a través de tu mirada, 
de este amor-jaula 
violento, 
lleno de zarpazos 
como una noche de luna 
y dos gatos enamorados 
discutiendo su amor en los tejados, 
amándose a gritos y llantos, 
a maldiciones, lagrimas y sonrisas 
(de esas que hacen temblar el cuerpo de alegría) 

Te quiero como gata panza arriba 
y me defiendo de huir, 
de dejar esta pelea 
de callejones y noches sin hablarnos, 
este amor que me marea, 
que me llena de polen, 
de fertilidad 
y me anda en el día por la espalda 
haciéndome cosquillas. 

No me voy, no quiero irme, dejarte, 
te busco agazapada 
ronroneando, 
te busco saliendo detrás del sofá, 
brincando sobre tu cama, 
pasándote la cola por los ojos, 
te busco desperezándome en la alfombra, 
poniéndome los anteojos para leer 
libros de educación del hogar 
y no andar chiflada y saber manejar la casa, 
poner la comida, 
asear los cuartos, 
amarte sin polvo y sin desorden, 
amarte organizadamente, 
poniéndole orden a este alboroto 
de revolución y trabajo y amor 
a tiempo y destiempo, 
de noche, de madrugada, 
en el baño, 
riéndonos como gatos mansos, 
lamiéndonos la cara como gatos viejos y cansados 
a los pies del sofá de leer el periódico. 

Te quiero como gata agradecida, 
gorda de estar mimada, 
te quiero como gata flaca 
perseguida y llorona, 
te quiero como gata, mi amor, 
como gata, 
como mujer, 
te quiero. 


Gioconda Belli 

miércoles, 8 de abril de 2015

La música y yo

No es fácil levantarse. Es un acto que implica una gran fuerza de voluntad. Significa dejar atrás el mundo plácido de los sueños y el reposo para adentrarse en  la realidad... La inercia nos puede, hay que hacer un gran esfuerzo para vencer la quietud y la calma. Sin embargo, hay un momento puntual, definido, en el que uno siente que valió la pena hacerlo-

Justo después de abandonar la cama, llega el ritual de cada mañana. En mi caso, el momento de poner a hacer las tostadas, reunir en una taza los ingredientes del infaltable café con leche de cada día y poner música.

No es un instante cualquiera, no simboliza otro eslabón en la cadena de actos rutinarios... elegir la primera canción del día es un ritual. En realidad, no se trata de elegir sino de descifrar.

Hay algo, un mecanismo particular que hace que cada mañana una canción me despierte. Aún en los peores despertares, en las jornadas que predecimos atiborradas de complicaciones, mi cerebro se escabulle de los enredos y se esconde en una canción por unos segundos.


Si soy capaz de detectar la melodía exacta que suena en mi interior en el instante previo a abrir los ojos y la escucho tomando mi café con leche (ése que tomo en mi taza especial, con mis pantuflas más cómodas y el pelo alborotado), si todas esas acciones cotidianas se conjugan, entonces, aunque más no sea por unos minutos, soy una persona feliz y estoy en calma.


Después el mundo puede girar más rápido que nunca, la tristeza puede encontrar la grieta en la pared, puede el enojo crisparme los nervios o la ansiedad alterar mi respiración... durante todo un día sé a ciencia cierta que hay una canción en la que me voy a refugiar y que ese sonido en mi cabeza puede devolverme la calma.

martes, 17 de febrero de 2015

Acera de sol

Prefiero caminar con quien camina
ufano de su paso a cada paso,
que lleva buen humor en la mochila
y acaso un amuleto, por si acaso.
Prefiero caminar con quien no miente
porque siempre es oscura la mentira
como una mordedura de serpiente,
como el desequilibrio de la ira.
En una acera de sol,
nos vamos a encontrar....amigo.
En una acera de sol,
quisiera caminar contigo.
Prefiero caminar con la sonrisa;
espontáneo fulgor de la esperanza,
que vuela por sí sola y no precisa
de reparos, censuras ni fianzas.
Prefiero caminar con los valientes
heroicos en la paz, que no en la guerra,
que luchan una lucha diferente
la lucha del amor sobre la tierra.
Prefiero caminar con tu ternura;
esa fuente de luz que me ilumina,
me ablanda como al pan la levadura,
me alegra como al aire a la ocarina.
Prefiero caminar con lo entrañable;
la mesa con mantel y mis vecinos,
el fuego en el hogar, y la inefable
nobleza de una copa de buen vino.
En una acera de sol,
nos vamos a encontrar.... amigo.
En una acera de sol,
quisiera caminar contigo!


Alberto Cortez

jueves, 1 de enero de 2015

Año nuevo




Primer día del año 2015.
En mi cabeza se aglutinan miles de palabras. Se juntan, se conocen, se saludan, se invitan, se acompañan, se pelean, se distancian, se reordenan. Frases completas que surgen, que crecen, que viven entre mis ideas, que se acurrucan en mis neuronas, que se quedan ahí, listas, predispuestas a ser dichas o archivadas o modificadas o agrupadas.

Cocino y se me llena el cuerpo de memorias que hacen que sea optimista sólo porque alguna vez existieron, y las letras me desbordan. Con cada tomate que corto, con cada ñoqui que paso por el tenedor, en cada uno de esos gestos simples, diminutos y cotidianos reaparece esa persona, esa historia, ese recuerdo y toma forma de palabras y se relata completo adentro mío mientras mis manos están ocupadas haciendo otras cosas, cocinando, viviendo...

Me miro desde afuera de mí misma, me veo similar a la niña que era, torpe y con una cuota no menor de temor adentro del cuerpo pero, aún así, me parece que entiendo toda una parte de esta mujer que soy.
Mientras estoy de cara al cielo, colgando de la hamaca entre el asador y el gallinero, en silencio, en calma, concentradísima en cada movimiento que hago para que mi torpeza no me traiga consecuencias graves, las oraciones aparecen espontáneamente, como si no tuviese que pensarlas. Y se quedan ahí, tranquilas, sin siquiera demandar que las exteriorice.
Casi de la nada, consigo equilibrar anécdotas mientras mis dedos están entretenidos haciendo otras cosas, entoldando vientos...viviendo.

Decenas de nociones cotidianas se enuncian a sí mismas adentro mío cada día. Están ahí, acá, se van haciendo lugar las unas a las otras, se van distribuyendo en conjuntos caprichosamente armados, se van etiquetando entre ellas. Conversan, se burlan, se ríen hasta la afonía, gritan, se conocen, se olfatean, se quieren y se repelen, se acarician, lloran, se lastiman, se escuchan, se ignoran, brindan, duermen, existen, SON, mientras yo estoy distraída cocinando, caminando, conversando, entoldando, viviendo…

sábado, 13 de diciembre de 2014

A mis seres queridos


A veces se me da por pensar en ese día y esa hora en que emprenda el viaje definitivo.

Es un tema recurrente en mí, ¿pero cómo no habría de serlo si es la única certeza que tengo?


Sé que este cuerpo que habito es sólo un envoltorio, un recipiente que aloja en su interior algo trascendente que gusto de llamar alma algunas veces o espíritu otras.  Y en esta convicción encuentro la tranquilidad que me permite “vivir viviendo” y no sólo transcurriendo, porque siento que no importa cuán breve o prolongada sea la estadía en este mundo, si total me espera la eternidad…  Entonces, no pienso mucho en el futuro, en ahorrar para la vejez,  (que está a la vuelta de la esquina), en ser precavida,  en acumular bienes, en guardar objetos o energía.  Elijo atesorar momentos felices, hacer lo que quiero cada vez que puedo, decir te amo tantas veces como lo sienta y besar y acariciar y abrazar todo aquello que me provoque las ganas de hacerlo, sea animal, mineral  o vegetal. 


Me río mucho y a carcajadas, sola o acompañada, también lloro…

Canto a voz en cuello mientras manejo y bailo por la casa mientras la limpio y ordeno, (no me atrevería a hacerlo en público jajaja).  Pero cada tanto me pinta la tristeza… las ganas de escuchar voces amadas que ya no volverán a sonar, o de oler el aroma de pieles  que ya no existen…


Y es ahí donde pienso en mi última hora,  en esa última exhalación… Me veo anciana y rodeada de amor, en mi cama tibia y acogedora…  Pero me niego a imaginar que no volveré a estar en contacto con mis más grandes amores, me rebelo a esa idea y busco la manera de llegar a ellos, de conectarme con sus almas/espíritus y hacerles llegar mi amor.

Entonces escribo.   Sé que las palabras que deje escritas me sobrevivirán y a ellas podrán recurrir los que me amaron cuando así lo deseen.



¡Pero siempre siento que tiene que haber algo más! 



Hoy escuché un reportaje en la radio que me hizo bien. Que en cierta forma me trajo una respuesta.  La persona entrevistada habló de la música como herramienta de comunicación, y algo me vibró muy hondo y lo supe; estaré en la música. A través de ella estaré entre ustedes!!



No lo olviden amados míos, cuando yo me haya ido…


viernes, 19 de septiembre de 2014

AMARILLO Y VERDE




Para mí el amarillo es un color orgulloso. Todas las cosas felices y deliciosas tienen tonos amarillos. Las vacaciones, las sábanas limpias, el café con leche de la mañana, los pies descalzos en el pasto fresco, el Fernet con Coca con los Redondos de fondo, los mimos en la cara, el sonido del río corriendo, las chacareras con bombo legüero, las siestas de invierno bajo una parva de frazadas, los abrazos que envuelven, las caricias, las sonrisas y las carcajadas, las lágrimas en linda compañía, las ridiculeces donde se nota el amor, los recuerdos de buenos ratos y los planes ansiosos de futuro. 
Todas esas cosas y muchas más, son amarillas

El verde, en cambio, es un color contento. Sumarle una pincelada en esos tonos a cualquier día es abrir una grieta para que entre la alegría. Bailar descalzos, pasear sin apuro, canturrear en la ducha, cocinar cosas ricas y comer con las manos, tomar mates sentada chinito, robar besos y compartir viajes es pintar de verde las horas. Por eso en mi casa las paredes de mi cuarto eran amarillas y las de la cocina, verdes. Porque si algo vale la pena buscar son días en la disonante convivencia de esos colores.

Por eso justamente, estoy en busca de algo amarillo y verde  

viernes, 18 de abril de 2014

¡Así no!




Ah, claro, la señora de repente viene a tener un ataque insoportable de inseguridad. ¿Desde cuándo? ¡Habrase visto! Una mina regia, con una pila de cosas por hacer, con un montón de canciones buenísimas en el reproductor, con una cartera roja (roja, ¿me entendés?) y una remera con escote cuadrado. Una mujer que acomodó los horarios de su día para llegar con todo, que anoche cocinó, que hoy va a cocinar todavía más, e invitó gente a cenar. Una mina que se hizo la guapa y se quedó como hasta las dos hablando por teléfono con una amiga y se fue a dormir contenta y, de todos modos, se levantó a las sietequince de la mañana, y no te digo impecable, pero al menos vestida salió al mundo. Una doña que canta y baila mientras se prepara el café con leche de la mañana. Un tsunami de mujer. Viene así, como si no hubiese nada más interesante para hacer, a tener un ataque de inseguridad y dudar, por vigésima vez en el año, de todas las capacidades y atributos que la componen. Si hasta de sus defectos descree la muy descerebrada.
Así no mujer, ¡ASÍ NO!

jueves, 13 de marzo de 2014

La vidá nos separó


La vida nos separó, pero en ese momento éramos novios. Teníamos cuatro años, teníamos guardapolvo a cuadrillé y bolsita con cordón y vasito plegable, comíamos merengadas y dentífrico odolito y aspirinetas y éramos novios.

Porque jugábamos juntos, porque nos compartíamos los crayones y nos convidábamos los anillitos con azúcar que vendían en el almacén de la esquina fraccionándolos desde una enorme lata con ventana redonda, porque él me había dejado el lugar de la punta de la mesa y yo le enseñaba el juego de entrelazar los dedos cruzando las manos y lo difícil que era, entonces, responder a la orden de mover el anular derecho.

El que llegaba primero esperaba en el patio a que apareciera el otro, conversábamos de juguetes y golosinas, nos ayudábamos en la difícil labor de atarse los cordones, nos cuidábamos el lugar en la fila para cepillarse los dientes y quedábamos codo contra codo para la siestita en el aula. Él era el primero en llegar cuando me raspaba las rodillas y yo lo protegía a puño cerrado de los peligros del universo y los dos preferíamos el tobogán al subibaja pero nos quedábamos con las hamacas por sobre todas las cosas.

Un día, se armó el desparramo en el salón y la señorita mudó a algunos revoltosos de lugar y a mi izquierda, justo frente a él, quedó sentado uno de los peligros del universo. El maravilloso mundo de fantasía que era nuestra mesita petisa de seis tenía, de repente, un amigo menos y algunos mechoneos y pellizcones de más.

Un par de mañanas después el equilibrio terminó de romperse. Ninguno supo nunca por qué pero en ese momento, por alguna extraña razón, decidió jugarme al ganchito. Sentados uno a mi izquierda y el otro a mi derecha se batieron a duelo, enlazaron sus índices derechos, tiraron con todas sus fuerzas y él perdió. Yo era espectadora y árbitro en un juego que conocía y suponía inocuo hasta que él me miró lleno de congoja y sentenció, ahora sos novia de él.

El otro infló el pecho, me relojeó poniendo gesto de nene grande, se paró a mi lado y me tendió la mano. Lo miré, observé su mano, lo volví a mirar y, mientras giraba hacia el otro lado, le dije que no, que no era su novia. Pero sí sos, te gané al ganchito, replicó. Refunfuñé, le aclaré que no funcionaba así la cosa, que una novia no se apostaba, que él no sabía nada de la canción que me calmaba los raspones de rodillas y que estaba ofendida, que a una nena se le preguntaba si quería ser la novia de uno y que yo, ahora, no quería.

Él, que contemplaba la escena desde platea preferencial, me llamó tironeando apenas de la manga de mi guardapolvo, me miró todo colorado y me preguntó si, entonces, quería volver a ser novia suya. Descubrí, en ese momento, que eso de los noviazgos era todo muy complicado y respondí que no, pero que sí quería ser su amiga. Le ofrecí un caramelo masticable pegoteado que tenía en el fondo del bolsillo. Le sacó la mayor cantidad de papel que pudo, mordió una mitad, me ofreció la otra y, sin decirnos nada, largamos una carrerita hasta las hamacas…

viernes, 7 de marzo de 2014

INGENUIDAD




Me nació un amigo.  Llegó del pasado…
Me trajo recuerdos y me hizo pensar.
Se metió en mi vida. Me metí en la suya,

Y a partir de entonces ya nada fue igual.
Me llenó de dudas, de cuestionamientos...
Mis viejas teorías las hizo enterrar.
Nuevas reflexiones sembró en mi mente
y a mi inquieto espíritu hizo sosegar.

Tejía misterios, ovillaba incógnitas,
las charlas filosas eran un placer.
Le hice preguntas,  le dije verdades
y juntos pintamos un nuevo amanecer.

La vida pasada cobró otro sentido
y llegué a soñar una amistad sin fin.
Mas  siempre los  sueños, tan grandes, tan bellos
se estrellan abruptos, enteros y etéreos
Contra la inefable y cruel realidad.

Nada en esta vida se nos da por nada.
Todo cuesta lágrimas, angustia,  dolor…
Otro duro golpe a mi ser que se abre
 y se entrega entero  volviendo a creer.
Quizás algún día me olvide de tanto…

Quizás algún día suceda otra vez
que a mi corazón, ahora enquistado
vuelva a desnudarlo y a dejarlo ser!
En este momento me ahoga el recuerdo
de un algo que quiso, mas no pudo ser…

viernes, 21 de febrero de 2014

Al costado del camino



¡El día está maravilloso hoy!  La lluvia de ayer, las nubes de hoy, los pocos rayos de sol buscando las rendijas del cielo, el maíz nuevo y verde creciendo con ímpetu, el aire nítido. Hace calor, sí, mucho pero de todos modos las primeras horas del día invitan a frenar el auto al costado de la ruta bajo algún arbolito amigo,  e improvisar un desayuno ahí mismo.

Mates, medialunas o bizcochitos, los pies sobre el pasto apenas fresco, un poquito de viento que remueva el pelo y despeje la cara, esta luminosidad rara de la mañana que empieza, el horizonte tan lejos que la vista se distiende. Y quedarme ahí sentada, sintiendo el aroma particular de la tierra el día después de una lluvia intensa, acostada boca arriba con el campo en la espalda y las nubes en los ojos hasta que el sol me obligue moverme.



¿Quién me iba a decir a mí?


Quién me iba a decir a mí
Que a esta altura la vida  
El amor me brindaría
Una relación así
Donde me siento
Cuidada, tan a gusto, tan mimada
Sorprendiéndome feliz,
Con un tecito en la cama
A las 3 de la mañana,
Con aroma de jazmín

Coser, no sabe,
No tiene idea que es bordar,
Pero sí sabe  abrir la puerta
Para ir a jugar,
Al póker
Tantas risas,
Y alguna lágrima también
Y estoy segura,
Que Dios sonríe
Cuando nos ve

Quien me iba decir a mí
Que ya todo lo sabía
Que todavía tendría
Tantas cosas que aprender
Del respeto por la vida
Desde una paloma herida
Hasta el llanto de un ciprés
Y ni hablar de la ternura
De esa perrita peluda
Que tenemos de bebé.


Letra y música: Marilina Ross

miércoles, 29 de enero de 2014

Nuestro idioma




Lo desarmamos, lo desarticulamos, lo destrozamos. Invertimos las formas, cambiamos los significados, mutilamos los alcances. Lo limitamos, lo amurallamos, lo mutilamos. Le quitamos brillo, le apagamos sonoridades, le arrebatamos vocablos. Lo maltratamos, lo desprestigiamos, lo desguazamos. Sin miramientos, sin consideración, sin sensibilidad. Lo apocamos, lo desmerecemos, lo disminuimos. Olvidamos su esplendor, desconocemos su magnitud, desatendemos sus reclamos. Tenemos un idioma generoso. Tenemos millares de palabras, de matices, de expresiones. Tenemos incontables manera de decir exactamente aquello que queremos. Tenemos tantos conjuntos de letras, tantas licencias sintácticas, tantas opciones semánticas. Tenemos libertades para jugar, para decir, para omitir. Tenemos ilimitadas posibilidades de jugar, de crear, de incorporar, de nacionalizar, de combinar, de conjugar, de compilar. Tenemos toda una lengua que crece, que se adapta a nosotros, que se nos entrega completa, desinteresada, irrestricta y así y todo somos capaces de acribillarla hasta el punto mismo de expresar absolutamente nada en mil caracteres por no elegir la palabra que realmente DIGA.

No alcanza ningún idioma si no tenemos idea de quiénes somos al momento de contarnos.

domingo, 26 de enero de 2014

Tu ángel de la guarda






Te voy a contar una historia en vez de un cuento para dormir esta noche, ¿querés?

(Tus ojitos contestan antes que tu boca pronuncie  la palabra si, y son tan elocuentes que me dan ganas de encerrarte en un abrazo eterno, pero me contengo y comienzo la historia)

Recordarás que hace poco te conté cómo la Luna y el Sol se reparten los turnos en el cielo, y que eso nos ayuda para saber cuándo hay que irse a la cama y cuándo es hora de salir de ella, bueno, mirá el cielo ahora Sofi y decime qué ves…

Exacto, ves la luna lunera como te gusta llamarla desde que te canté aquella canción jajaja,   y eso nos indica que es hora de irse a la cama y también que es el momento en que pasan muchas cosas “mágicas”, como por ejemplo ese vientito suave que de pronto te acaricia la carita o aquel resplandor  tenue pero insistente que aparece en el rincón justo a los pies de tu camita…  



Me mirás con esa mirada dulcísima que parece querer preguntar tantas cosas, y yo te entiendo y me río a carcajadas de pura felicidad por estar a tu lado compartiendo la “magia” de la noche, esa que no terminás de entender  por más que querés hacerlo.  Entonces sí, te abrazo fuerte y  te digo que en verdad  no hay viento  ni tampoco resplandor,  que hay en cambio un ángel que todas las noches vela tu sueño,  que te cuida y te protege y te hace soñar cosas bonitas como las hadas de colores y los enanitos que corren livianos por el bosque bajo el cielo estrellado.

Este angelito que es sólo tuyo te acompaña siempre, está con vos desde que naciste y ya va siendo hora que le pongas un nombre, porque es el único angelito que en la casita  de los ángeles todavía no ha recibido el suyo y los demás angelitos no saben cómo llamarlo.

 Él te  toma de la mano y nunca te va a dejar solita porque sabe muy bien cuánto miedo  le tenés a la soledad.  Es el mismo que cuando mamá y papá te cantan sana sana colita de rana para curarte esas pupas  que te atormentan,  te susurra al oído sus más tiernas palabras y en ese mismo momento el dolor se va y tu carita vuelve a brillar con tu sonrisa.

También está con vos cuando lloras por motivos que tus dos añitos no pueden explicar, y te canta finito mientras te hace cosquillas en la panza hasta que las lagrimitas se secan y volvés a jugar feliz. 

Es un ángel muy travieso  y juguetón y puede aparecerse en las formas más extrañas, a veces se disfraza de mariposa y vuela sobre tu cabecita mientras corrés por el parque, otras veces es un colibrí que toma agua de la pileta mientras vos nadás, algunas otras  se hace gusanito y te mira desde la hoja de un árbol o la flor del  macetero…



Así que no tengas miedo princesa, que él nunca va a dejar que te pase nada malo, y cuando escuches el ruido del tren  que pasa,  o la sirena de los bomberos que suena estrepitosamente, no saltes asustada, abrí  en cambio bien grandes los ojitos verdes y mirá a tu alrededor sabiendo que él  está siempre a tu lado para cuidarte y protegerte.



Aunque no lo veas, va con vos a todos lados, al jardín y al supermercado, a la casa del abuelo y también al baño, pero lo que más le gusta es ir con vos a la plaza a  tirarse por el tobogán y volar en las hamacas, porque en esos momentos tu alegría es tanta que se le contagia  ¡y él se vuelve el angelito más feliz de entre todos los angelitos de la guarda!