El valor de la palabra, la importancia de decir lo que se
piensa y hacer lo que se dice, la fuerza del empeño, el alcance de la
constancia, la solidez de las ideas seleccionadas, la dignidad que da el
trabajo, el valor de escuchar, la fuerza para opinar, el aval de la memoria, la
entereza de la verdad, la tranquilidad de buscarnos nuestros lugares, el
respaldo de un hogar, el empuje de los objetivos más allá de uno mismo, el
encanto de aprender y el valor de saber.
De mi padre heredé genes pero, fundamentalmente, compartí historia, descubrí criterios, incorporé conceptos. No todos los que él tuvo para enseñar pero muchos de los que me hacen esta persona que soy.
De mi padre heredé genes pero, fundamentalmente, compartí historia, descubrí criterios, incorporé conceptos. No todos los que él tuvo para enseñar pero muchos de los que me hacen esta persona que soy.
Pero de todas las cosas, lo mejor es que recibí amor.
Toneladas de amor disfrazado de maníes con chocolate, de horas de viaje, de paisajes impagables, de frutas bajadas de los árboles, de piedras sacadas del fondo de los ríos y los lagos, de botes y remos, de cañitas de pescar improvisadas y lombrices y mojarritas, de libros y música, de espacio, de respeto por las decisiones propias y ajenas, de explicaciones válidas para cada opción, de charlas y debates, de enojos y discusiones, de cosquillas en los pies para despertarme, de tostadas con dulces de leche, de chacareras cantadas y bailadas, de zambas con su voz amada, de pensar y descubrir secretos en las letras de las canciones y abrazos con espaldas rascadas y películas frente a la tele con cerveza y maníes y tantas, tantísimas otras cosas que llenaron nuestros ratos juntos a lo largo de todos los años que compartimos… (¡Cómo te extraño papá!)
Toneladas de amor disfrazado de maníes con chocolate, de horas de viaje, de paisajes impagables, de frutas bajadas de los árboles, de piedras sacadas del fondo de los ríos y los lagos, de botes y remos, de cañitas de pescar improvisadas y lombrices y mojarritas, de libros y música, de espacio, de respeto por las decisiones propias y ajenas, de explicaciones válidas para cada opción, de charlas y debates, de enojos y discusiones, de cosquillas en los pies para despertarme, de tostadas con dulces de leche, de chacareras cantadas y bailadas, de zambas con su voz amada, de pensar y descubrir secretos en las letras de las canciones y abrazos con espaldas rascadas y películas frente a la tele con cerveza y maníes y tantas, tantísimas otras cosas que llenaron nuestros ratos juntos a lo largo de todos los años que compartimos… (¡Cómo te extraño papá!)
5 comentarios:
Ese amor entre padre e hija se describe perfecto en tu relato. Hermoso Sandra.
De ese hermoso vínculo hoy florece y vive entre nosotros una hermosa e incansable voz.
Incanzable de verdad, perdón por mi ortografía. Un abrazo amiga.
Era la idea Fer, dejar ver un poquito de nuestra maravillosa relación y de todo lo bueno que nos unió y tuvimos la dicha de poder compartir.
Gracias Benjamín por saber ver más allá de las palabras...
Un gran abrazo querido amigo!
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