Puedo ponerme oscura y decir que no pierdas tu tiempo, que no valgo nada, que la vida es una basura. Puedo ponerme naranja y proponer que nos fuguemos un rato del mundo, que bailemos descalzos y nos riamos de todo y nos compartamos y desayunemos. Puedo ponerme rosa y clamar que no te ilusiones, que no soy, que nunca he sido querible. Puedo ponerme violeta y sugerirte que me saques la ropa prenda a prenda y sonreírme de las cosas que podemos hacer desnudos. Puedo ponerme gris y sentir que de a ratos, quizás, lo pasamos bien pero replantearme el precio de cada momento. Puedo ponerme amarilla y asegurarte que soy un viaje, que no me parezco ni una pizca a cualquier mujer que hayas conocido. Puedo ponerme azul y saber que no hay un antes y un después de mi. Puedo ponerme turquesa y planear viajes e imaginarnos abrazados con los pies en el mismo río. Puedo ponerme blanca y creer que la vida puede ser mucho más que encuentros casuales. Puedo ponerme roja y querer que me pienses más de lo decente y me extrañes con cada milímetro de tu piel. Puedo ponerme verde y saber que con el juego de descubrirnos tenemos para entretenernos.
Puedo ponerme como el arco iris y ser todas y ninguna.
(Pero estamos al horno si me decís que lo tuyo es el sepia…)
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