Alguna nube en el cielo de la mañana sacó a la niña que
fui del fondo de mi memoria. Mirando esa nube en particular resonó en mi memoria La habichuela
parlante. Recordé esa película de mi infancia casi como si no la hubiese
olvidado. Lo cierto es que no logro juntar más de dos o tres datos poco
relevantes. Un gigante, una planta que no paraba de crecer, un par de
personajes peculiares y el avance de la nada. Inmediatamente, cual
reacción en cadena, apareció otro film de mi niñez. Pippi medias largas.
Un relato lleno de fantasía y complicaciones.
No hay ninguna particularidad en que recuerde esas películas. Supongo que
cualquier persona de mi edad ha visto esas mismas escenas y también guarda
algunos flashes en el fondo de la memoria. Sin embargo, esas historias me
trajeron a mamá... Lo cierto es que tan chiquita como era, no podría haber disfrutado realmente
de toda esa fantasía si no fuese porque ella me leyó, con paciencia e
histrionismo ilimitados, todos los subtítulos de cada uno de esas películas una y otra vez.
Hay en el
mundo personas adorables. Cuando una de esas personas es tu mamá crecer es algo
extremadamente feliz.
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