Para adquirir el libro NADIE SIENTE CON MI PIEL de Sandra A. González Saavedra (click abajo)



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Editorial Dunken - Librería on line

viernes, 12 de noviembre de 2010

Vos y yo



-¿Por qué llorás?

-¿por qué cada recuerdo se hace agua tibia en tus ojos?

-¿Por qué ese nudo apretado en el pecho que casi te impide respirar y esa angustia constante que de tanto quedarse se hizo parte de vos?

Te observo desde afuera y veo todo lo que quisiera ser o tener. ¡Te admiro! Y sin embargo vos no sos feliz…

Extraña paradoja la que toca vivir. Tanto amor para dar y recibir…y en tu interior tanta soledad…

Vivís dos mundos; uno de luz…y otro de densa oscuridad.

Caminás retorcidos laberintos que al tiempo que te acercan a la ansiada paz te alejan de ella.

No te culpes más. Nadie manda sobre su sentir.

Das de vos lo mejor y lo peor. Das a raudales. Das hasta secarte por dentro y apagarte por fuera.

Si la necedad lo ciega, si el egoísmo lo envuelve, si el rencor lo guía, ese es su karma…

Tu deber para con vos misma es continuar tu camino. Seguir construyéndolo sobre la marcha. No detenerte. No volver la vista atrás a cada paso porque eso te limita. Y nunca te gustaron los límites. Los límites coartan tu libertad. La libertad es tu bien más preciado. Sin ella morís lentamente.

Necesitás sentirte libre por dentro tanto como necesitás de la naturaleza que te llama desde cada pequeña manifestación de vida. No podés recluirte. No podés dejar de expresarte. Necesitás crear a cada paso. Todo te asombra, todo te inquieta, todo lo que te rodea te inunda de ideas nuevas, de proyectos locos, de nuevos sueños…

No te gusta soñar sola.

Entonces él se te impone. Necesitás de sus manos cálidas, de su risa desbocada, de su espalda fuerte. Necesitás su mesura para que te indique el fin del camino, que te ponga freno a tiempo y no caigas de cara al insidioso abismo…

Necesitás de sus ojos mirando tu obra, porque ellos la hacen bella.

Lo necesitás para que todo tenga sentido, para que cada pieza de tu desquiciada vida encaje en su lugar.

Estás perdida en un mar de culpas, sinrazones, ingratitud y soledad…

Querés huir pero no sabés a dónde ir.

Todo aquello que te mantenía asida a la vida, ha muerto…

Sólo te quedan los sueños.

Sólo te resta ir tras ellos!!!




2010 copyright © derechos Reservados

TIEMPO...




Hubo un tiempo de paz. Un tiempo que se nos figuraba eterno. Un retorno cotidiano a lo familiar tan largamente soñado.

¡Un tiempo sin tiempo!

Nuestro cielo estaba lleno de gorgoritos y balbuceos.

La casa olía a pañales y risas.

Tus manos laboriosas se suavizaban para acunar nuestro tesoro pequeño y tibio.

Mi voz tenía el color de las nubes del atardecer.

Todo era leve…

Todo era inmenso…

Había música de Pinochos y Cenicientas y cada palabra guardaba magia y daba amor.

Nuestro horizonte tenía comienzo y fin (Iba de la puerta de entrada al parque trasero)

Pequeño universo de piernitas breves y pasitos cortos. De berrinches fugaces y siestas sin hora. De noches con sol y días de luna…

Mamaderas y papillas marcaban las horas mejor que un reloj, y el ritmo de nuestro cansancio iba al son de los pucheros y llantos.

Pero casi sin darnos cuenta los chupetes se hicieron ábacos que luego fueron crayones y después tinta indeleble…y demasiado rápido los libros para colorear se convirtieron en textos en aburrido blanco y negro.

Y los pasitos cortos ya no se escucharon.

Y la música de jacarandaes y reinas batata se escondió, asustada de saxos feroces y voces chillonas.

Y así, demasiado rápido, se amplió el horizonte. Se hizo sin límites…

Y nuestro cansancio no se acomodó en el hueco de la almohada…. (Se clavó en el alma)

Y crueles agujas marcaron el tiempo.

Y el tiempo de paz dejó de ser nuestro.

Fue tan sólo tiempo…

Tiempo tuyo.

Tiempo mío.

Tiempo muerto.


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miércoles, 10 de noviembre de 2010

NICOLÁS




-Yo lo arreglo mamá – decía la vocecita más dulce del mundo cada vez que veía mi cara de preocupación, y corría sobre piernitas tambaleantes a buscar las herramientas de papá.

No se alzaba ni un metro del suelo pero era mi hombrecito. Me agarraba muy fuerte la mano al cruzar una calle, pero no buscando mi protección sino tratando de cuidarme.

Mi chiquito flequilludo se creía un hombre cuando salíamos los dos solos, a veces con rumbo, otras a inventarlo al andar.

Incansables sus piecitos, jamás pedía que lo levantara en mis brazos. Caminaba y caminaba…su manito chiquitita apretando la mía; su carita seria, sus ojos enormes y curiosos mirando asombrados y su silencio obstinado siempre a cuestas.

¡Qué maravillosa sensación de compañía, de saber muy dentro mío que ya nunca caminaría sola porque esa manito así me lo decía!

Junto con su afán de arreglar lo que se rompía crecía su pasión por todo aquello que anduviera a motor, y así fue que lo veía correr por el jardín simulando con manos y boca que montaba una moto veloz con un rugiente motor.

Infatigable explorador y aventurero, cada día traía consigo una nueva travesura.

Arrojar por el respiradero del pozo ciego las sandalias de la hermana, ese paquete de galletitas que le acababa de comprar o su juguete favorito… trepar a la terraza causándome pánico o desaparecer sin dejar rastro para que media hora después, y al borde de una crisis de nervios, lo encontrara durmiendo inocentemente en el suelo debajo de su cama.

Rodillas raspadas, moretones varios, mentón varias veces cortado, huesitos fracturados…

Suturas y yesos poblaron sus días.

Un diente perdido y encontrado, una maestra contrita que lo trae a casa y al tiempo que se disculpa me pone en la mano un diente de leche cubierto de sangre y polvo, y asoma atrás de ella la carita asustada de mi pequeño con la boquita seriamente lastimada.

Sorbetes y líquidos. No puede comer…

No llora, no habla… se aviene.

Forja su carácter mi pequeño hombre. Se lo adivina intrépido y tenaz!

Hoy mis manos ya no logran envolver las suyas, y sus piecitos inquietos calzan cuarenta y seis. Ni en puntas de pie llego a sus mejillas tantas veces acariciadas, y es él quien me abraza y cobija contra su pecho.

Mi pequeño hombrecito seguirá viviendo en mi corazón. Al mirarlo veo en superposición al bebé risueño, al niñito serio…y cuesta aceptar que este joven de hoy estuvo en mi vientre, que lloró en mis brazos y que en algún momento y sin autorización, creció…y voló!


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martes, 9 de noviembre de 2010

Cuando...



Cuando sentís que el corazón te late tan fuerte que hasta lo percibís en la punta de tus dedos, en la raíz de tu cabello…
Cuando el aire se hace tan denso que parece no poder llegar a tus pulmones…
Cuando la garganta se estrecha y la boca se seca…
Cuando el vacío en tu interior es tan inmenso que de tan grande deja de ser vacío para ocupar todo tu ser…

Ansias. Mas no podés determinar de qué.
Angustia. Pero que en vez de doler te satisface.
Cuando los sentimientos que ayer te completaban hoy no tienen sentido.
Cuando la búsqueda nunca llega a buen puerto.
Cuando en vez de ver amanecer sólo ves ponerse el sol…

Cuando cada canción que te sonaba dulce, ahora te humedece los ojos y no lográs entender el porqué.
Cuando lo único que deseás hacer es irte muy lejos, pero hasta ese lejos se ve demasiado cerca.
Cuando no querés dormir porque le temés a tus propios sueños que generalmente acaban siendo pesadillas…

Cuando todo eso junto acontece y no encontrás respuestas, y la palabra amiga no te llega, y el consejo sincero tampoco logra satisfacer tu necesidad de paz, entonces sólo resta ponerse en movimiento.

Salir al mundo, enfrentar los cambios, abrir la mente y alma a todo lo bueno que la vida tiene para quienes saben tomarlo.

Yacer plácidamente sobre el pasto, contemplar el cielo, sentir la brisa que refresca tu cuerpo, mirar a esa pareja de ancianos que aunque trabajosamente, aún caminan tomados de la mano. Compartir una charla, un mate, un abrazo.
Buscar refugio en esa mirada que tanto nos conoce, aspirar el aroma de la piel amada...
Acariciar un perro, besar a quien queremos, irse de paseo prendida en el ala de una golondrina. Escuchar el viento entre los árboles. Estremecerse con el rayo y el trueno.
Caminar por un sendero tranquilo. Gozar de la música que evoca momentos gratos. Dormir al sol. Despertar enamorado...
El olor del café por las mañanas, el baño caliente al sentirnos agotados.

Cuando reparamos en todas estas pequeñas cosas y logramos aceptar que con ellas la vida es maravillosa es el momento en el que los otros “cuando” comienzan a desdibujarse, a dejar de ser importantes y prioritarios para ubicarse en su justo lugar: el de momentos que deben ser superados.

Así lo veo, así lo siento y lo interpreto. Mi razón lo grita, mi corazón se niega a escucharlo.
Es una ardua batalla entre el intelecto y los sentimientos, pero comprendo que vale la pena pelearla y tal vez, sólo tal vez; logre por fin ver sólo amaneceres!!!


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¿Jugamos?



Juguemos a apagar los sentidos, - ¿Querés?

Echémosle cerrojo a los párpados y démosle asueto a las retinas… (si tus manos ven sobre mi cuerpo desnudo mejor que cualquier mirada entornada de esas que solés dedicarme cuando te sentís especialmente inspirado…)

Dejalas descubrir ese lunar que tanto odio y detenerse perezosas en la curva de mi espalda. Que suban mis cimas, recorran mis valles y naveguen las aguas de mis ríos que pierden su cauce a tu paso…

Pongámosle tapones de besos y susurros a los oídos, para que sea la música que emana de nuestra piel al rozarse lo único que percibamos…

Enviemos las palabras por mail y declaremos una huelga de cuerdas vocales hasta nuevo aviso y sin motivo.

Que se marchen en procesión los sabores detrás del Dios Gula y que se tome vacaciones el tacto, exhausto de tanto sentir…y así, despojados de todo el universo sensorial, dejémonos arropar por el manto abrigado del sueño y naveguemos hasta la eternidad los océanos brumosos de la inconsciencia…


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